Estimados celestinistas,
Adjunto aquí la reseña que Fernando Lázaro Carreter escribió en El País de la edición de La Celestina de Francisco Rico. Aprovecho para comunicarles que he puesto en el internet otras reseñas que Francisco Rico ha tenido la amabilidadde mandarme. Las he formateado para que se puedan imprimir fácilmente desde un navegador (Netscape, Explorer, etc.). Si alguien tiene problemas "técnicos", que me lo diga. Son muy interesantes no sólo por lo que dicen de la edición en sí sino también porque ilustran cómo la prensa y el público en general ven La Celestina a principios de este nuevo siglo XXI.
La dirección es:
http://www.umanitoba.ca/fsi/spanish/celestina/
RESEÑA DE FERNANDO LÁZARO CARRETER, en BABELIA, suplemento literario de El País (9-XII-2000)
UN PASO DECISIVO CINCO SIGLOS DESPUÉS. EL PRÓLOGO CUENTA LA HISTORIA DE LA OBRA Y DE TODO EL TRABAJO DE RECUPERACIÓN.
No siempre se puede experimentar un gozo comparable al que depara esta publicación de un texto literario: nos hallamos ante una notable conjunción de talento y perspicacia, cualidades que resplandecen en Francisco Rico, director de la imprescindible y ya muy rica Biblioteca Clásica, y que pone esta vez al servicio de La Celestina, la obra que, junto con el Quijote, concede a nuestras letras un lugar de excepción en el arte verbal del mundo. Rico, que sólo hace dos años, lanzó al mercado literario una edición ya canónica del segundo de ambos textos, impulsa ahora la del primero de un modo, en mi opinión, magistral. A él se debe el estudio preliminar donde vuelve sobre la cuestión de la originalidad artística de La Celestina en su contexto europeo, desde el cual se explica una de sus particularidades más acusadas: la combinación de una manifiesta vocación realista con un lenguaje a todas luces convencional y en gran parte retorizado, en claro desajuste con el propósito de imitar la vida que patentiza la creación de los personajes. El admirable saber de Francisco Rico sobre, los mundos clásico y renacentista le permite precisar qué hay de propio en nuestro texto y qué debe al contexto europeo.
Pero lo esencial en la edición de un clásico, y que ha de tenerse en cuenta antes que ninguna otra consideración, es cómo se ha intentado restituir todas sus palabras al autor, rectificando cuanto hayan interpuesto entre ellas y nosotros sus vicisitudes editoriales. Esta tarea es especialmente necesaria y difícil en el caso de La Celestina dados los complejos avatares de un texto escrito a trancos, por dos manos distintas y en tres fases: los "papeles" inconclusos de un "antiguo autor"; la Comedia de Calisto y Melibea, completada por Fernando de Rojas a partir de las páginas del anónimo y la Tragicomedia, revisión y ampliación realizada por el bachiller de La Puebla de Montalbán algunos años más tarde, a instancias ?según confiesa- de los propios lectores. Y ha sido particularmente rigurosa la restitución del texto llevada a cabo por Francisco J. Lobera y Guillermo Serés, que ha dado lugar a la primera edición verdaderamente crítica de La Celestina y ello porque, al tener que proponer lecturas, no han perdido de vista la compleja vida de la obra.
Hasta ahora, La Celestina que habíamos leído se apartaba en mucho de su original verdadero. En general, se ofrecía la primera versión de De Rojas alargada con los añadidos mayores ?y sólo éstos? de la segunda, empastelando así dos redacciones autónomas en un texto híbrido e inaceptable. Un ejemplo de esta edición lo expresará con más claridad. En el "sétimo auto" de la Comedia, una larga enumeración de refranes se cierra con la sentencia "una perdiz sola por maravilla vuela, mayormente en verano". Al revisar el texto para la Tragicomedia, De Rojas decidió prolongar la serie, y añadió a continuación: "Un manjar solo contino presto pone hastío. Una golondrina no hace verano" y un par de dichos más. El verano de la golondrina se repetía a muy corta distancia, por lo cual el autor, con buen tino, decidió suprimir el final de la frase sobre la perdiz: el texto reza "una perdiz sola por maravilla vuela. Un manjar solo contino presto pone hastío. Una golondrina no hace verano". Por raro que parezca, los principales editores del último siglo han editado (en cursiva) las frases añadidas en la segunda redacción, y al mismo tiempo han mantenido, contra toda lógica, "mayormente en verano". El texto resultante no era ni el de la Comedia ni el de la Tragicomedia, sino una mixtura ajena a cualquiera de los dos designios del autor.
Frente a ese criterio, la edición de la Biblioteca Clásica trata de reconstruir la última intención de De Rojas: reproduce el texto de la Tragicomedia, sin mezcolanzas irreales, y separa de él las adherencias que no parecen pertenecerle. Desaparecen asimismo las inveteradas cursivas con que se identificaban los añadidos de la Tragicomedia, cursivas que, hasta ahora, sólo han servido para hacer más engorrosa la lectura y desorientar a generaciones de lectores. Esta nueva edición muestra plausiblemente que la alta filología no tiene por qué estar reñida con el "placer del texto", antes bien, lo refuerza al no interponer éste como una sucesión de escollos para la lectura. Para ello, la puntuación, precisa pero no constringente, facilita la lectura y permite hacer transitables los abundantemente arduos caminos sintácticos; por otra parte, la ortografía original se ha modernizado a partir del estudio de las particularidades gráficas en las primeras ediciones del texto. Como consecuencia, disponemos por vez primera, tras quinientos años, depurada y coherente, a la que podrá reprochársele, a lo sumo, la elección de tal o cual variante, peso a la que sustenta una comprensión global de las decisiones anejas a la edición de una obra modelada en varias redacciones
Paloma Díaz-Mas, Carlos Mota e Iñigo Ruiz Arzálluz han llevado a cabo una anotación muy copiosa, y se amparan amplia y acertadamente en la generosidad que para tal acompañamiento suele conceder esta colección: quizá no queden ya muchos rincones oscuros de la obra sin aclarar. Y es patente el deseo de ofrecer una contribución de mayor calado que la simple elucidación de los problemas léxicos e históricos son un verdadero comentario -en el sentido clásico - de la obra. Verbigracia, se registran al pie las fuentes seguras, en particular el Petrarca latino, tan saqueado por De Rojas, así como el repertorio de sentencias, recientemente localizado, que manejó el "antiguo autor" prueba concluyente, por cierto, de que el acto primero es de mano distinta a la del resto del drama (tal como se indica, con innovadora valentía, en la mismísima cubierta del volumen). No faltan tampoco, en las notas complementarias, referencias a las etapas señeras de la tradición crítica, desde la anónima Celestina comentada de mediados del siglo XVI a las aportaciones, todavía en prensa, que ha deparado el presunto centenario sosamente celebrado en 1999.
Las 250 páginas del prólogo podrían ser un libro aparte: en ellas se da cuenta minuciosa del "estado de la cuestión", desde el enigma de la autoría hasta la descendencia de la obra, pasando por los caracteres de su lengua y estilo, de las técnicas dramáticas, de las fuentes y rasgos de los personajes, así como de los lugares de acción. Se da cuenta, además, de no pocos hallazgos; entre ellos, la más que posible adscripción de la supuesta primera edición conocida (Burgos, 1499) a una fecha más reciente, entre 1500 y 1502, y la certeza de que tuvo que existir por lo menos una impresión anterior a las "ediciones Proaza conservadas, que seguiría más de cerca los designios de De Rojas. Desde todos los puntos de vista, La Celestina de Biblioteca Clásica, fruto de un fértil esfuerzo y de una inteligente coordinación de saberes y pareceres, va a marcar época en los estudios hispánicos ?y es de desear que cree escuela?, por el sobresaliente rigor del texto, la monumental información de prólogo y notas, el trascendental alcance de sus consideraciones sobre los métodos de edición, y la excelencia material del libro. Toda edición crítica constituye una hipótesis. La del texto que aquí se propone está admirablemente fundada, y el libro, en todas sus partes, supone un triunfo de nuestra filología.
GULLERMO SERÉS, PALOMA DIAZ?MAS, CARLOS MOTA, IÑIGO RUIZ ARZALLUZ Y FRANCISCO RICO. EDITORIAL CRÍTICA. BARCELONA, 2000. CCL+882 PÁGINAS. EDICION EN TELA, 5.900 PESETAS. Edición Rústica 4.900 pesetas
Enrique_Fernandez@Umanitoba.ca